Las centrales nucleares tienen la peculiaridad de que son muy competitivas por su elevada fiabilidad, que les lleva a producir cantidades ingentes de electricidad ya que casi el 90% de las horas del año están acopladas a la red eléctrica, y porque el uranio, combustible que se utiliza en estas centrales, solo tiene un peso de un 6% en el coste del kWh y se produce en países que son sociopolíticamente estables. Por ello, aunque aumente mucho el precio del uranio, el coste del kWh generado no queda muy afectado.
Los principales costes de la energía nuclear se derivan tanto de la inversión inicial como de la inversión recurrente en seguridad.
Por otro lado, el coste de la construcción de una central nuclear es muy alto (entre 4.000 y 5.000 millones de euros), por lo que es necesaria la amortización a largo plazo (aproximadamente a 30 años).