España, al contrario de otros países que sí han puesto sus ojos en la energía nuclear, sigue embarcada en un plan para clausurar los siete reactores nucleares que tiene hoy en funcionamiento y se encontrará en poco tiempo en la misma situación de afrontar sin esta energía la crisis energética originada por la invasión de Ucrania por parte de Rusia.
Las fechas de cierre de los rectores españoles son: Almaraz I (2027), Almaraz II (2028), Ascó I (2030), Cofrentes (2030), Ascó II (2032), Vandellós II (2035) y Trillo (2035) y la estrategia a seguir consiste en el desmantelamiento total e inmediato de todos ellos, según se recoge en el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima 2021-2030 (PNIEC) en el que se especifica que las labores previas al fin de la explotación deben iniciarse «entre tres y, preferentemente, cinco años antes de la fecha de cese definitivo. Después, las tareas de desmantelamiento se desarrollarán durante unos diez años. Un proceso complejo que implica que España, poco a poco, se queda sin tiempo de maniobra para una hipotética marcha atrás en el apagón nuclear, una energía que sigue aportando un 20% de la electricidad en España.