Las autoridades japonesas comenzaron a liberar agua tratada de la planta nuclear de Fukushima el día 24 de agosto y China ha anunciado una prohibición de importación de productos acuáticos de Japón debido a las preocupaciones por la contaminación que ello pueda acarrear, lo que afecta significativamente a las exportaciones japonesas, pues China representa el 42% de todas las exportaciones de productos del mar de Japón.
La liberación del agua, que se llevará a cabo gradualmente durante dos o tres décadas, ha sido defendida por el Gobierno japonés y Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) como segura, con niveles de tritio por debajo de los límites considerados peligrosos. Sin embargo, la oposición de China y las preocupaciones locales persisten.
En Corea del Sur, a pesar de las reticencias iniciales, han aceptado el plan nipón, pero la oposición ha organizado protestas contra la liberación del agua.
El OIEA ha respaldado el vertido y prometido trabajar para generar confianza en el proceso, recopilando datos y monitoreando la situación de cerca, pero la preocupación entre los países vecinos persiste.
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