Los esfuerzos realizados por la comunidad nuclear durante los dos últimos meses para salvar a la central nuclear de Diablo Canyon (California) de un cierre prematuro, parece que están surtiendo efecto.
En 2018, Pacific Gas & Electric llegó a un acuerdo con la comunidad local y con grupos ecologistas y políticos para retirar los reactores de Diablo Canyon al final de sus licencias de funcionamiento. Sin embargo, y tal y como afirman los dos ex secretarios de Energía Steven Chu y Ernest Moniz, el presidente de la ANS Steve Nesbit y el director general Craig Piercy, en sendos editoriales publicados en el Washinton Post «el cierre de la última central nuclear de California provocará más inestabilidad en la red y apagones, ya que suministra el 10% de la energía del estado«. El gobierno de Biden también ha intervenido, y la secretaria de Energía, Jennifer Granholm, sugirió en una entrevista que California podría reconsiderar el cierre de la instalación.
En respuesta, el consejo editorial de Los Angeles Times publicó un artículo de opinión a favor del acuerdo actual y, aunque reconoce que expertos coinciden en que mantener Diablo Canyon es el mejor camino para reducir la contaminación climática y reforzar la fiabilidad de la red concluye que el cierre de la planta debería servir, en cambio, como impulso para que California haga más por acelerar el cambio a la energía renovable y fije un rumbo realista para cumplir el objetivo del estado de obtener el 100% de su electricidad de fuentes libres de carbono para 2045.
A principios de diciembre tuvo lugar una concentración en apoyo de Diablo Canyon a la que asistieron decenas de miembros de la comunidad nuclear para mostrar su solidaridad con la central y la comunidad a la que sirve.
Ver noticia (en inglés): NuclearNewswire