La 26ª Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP26) finalizó el pasado 13 de noviembre con un acuerdo de mínimos que para António Guterres, secretario general de las Naciones Unidas, refleja “los intereses, las contradicciones y el estado de la voluntad política en el mundo actual”. Considera que el acuerdo alcanzado por los casi 200 países reunidos en Glasgow (Escocia) durante dos semanas es “un paso importante pero no suficiente” y que “debemos acelerar la acción climática para mantener vivo el Acuerdo de París”.
Es cierto que el encuentro ha logrado pequeños y grandes avances en la lucha contra el calentamiento global, como mantener el objetivo de contener el aumento de la temperatura media del planeta en 1,5 grados, pero hay muchas cuestiones que continúan sin resolverse y los compromisos no tienen la suficiente ambición como para poder alcanzar el objetivo marcado.
Tras seis años de negociaciones, se han aprobado los puntos pendientes que impedían la plena acción del Acuerdo de París sobre los mercados de carbono y la transparencia. Además, entre los puntos del documento final destaca la petición de duplicar los fondos a los países desarrollados para que los países en desarrollo puedan adaptar sus políticas a la lucha contra el cambio climático, la petición de actualización de objetivos de reducción de carbono para 2030 para el próximo año o el llamamiento a reducir de forma gradual el uso del carbón como fuente de energía y las subvenciones a los combustibles fósiles.
Otro de los hitos de la COP26 ha sido el compromiso que adquirieron Estados Unidos y China, los países con mayores emisiones de CO2 del planeta, para impulsar su cooperación en cuestiones climáticas a lo largo de la próxima década para lograr alcanzar la meta del Acuerdo de París sobre limitar el aumento de temperatura. Ambos países acordaron tomar medidas sobre emisiones de metano, transición hacia energía limpias y descarbonización.
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