La lucha contra el cambio climático es probablemente el mayor desafío al que se enfrenta la humanidad y requiere una acción coordinada de todos los países y la utilización de todos los medios disponibles.
Este esfuerzo compromete a todos los sectores, agricultura, ganadería, comercio, industria, transporte y también directamente a la producción y el uso de la energía eléctrica y térmica.
La energía nuclear juega un papel imprescindible en el cumplimiento de los objetivos de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, principalmente el CO2.
RESUMEN
- La transición hacia una energía baja en carbono es un camino necesario. La electrificación de la economía requerirá de un mix de generación en el que renovables y nuclear se complementen.
- El sector nuclear aporta una garantía de suministro, con energía libre de emisiones, que permite alcanzar los objetivos de flexibilidad, firmeza y reducción de las emisiones.
- Renunciar a la energía nuclear por posicionamientos ideológicos o partidistas, compromete innecesariamente el reto de cumplir con los objetivos medioambientales acordados para los países de la Unión Europea.
EL RETO DEL CAMBIO CLIMÁTICO
Los datos evidencian que entre los años 1750 y 2016 las concentraciones de los principales gases de efecto invernadero (GEI) se han incrementado notablemente, siendo las emisiones de CO2 el mayor contribuyente, aumentando desde 278 a 400 ppm debido principalmente al uso de combustibles fósiles y a los cambios en la utilización del terreno. También se han observado incrementos mayores del 150% en las concentraciones de CH4 o del 20% en las de NO2. Las proyecciones de las emisiones de GEI debidas a la actividad humana para los escenarios de emisión recogidos en el quinto informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) de la ONU, concluyen que si no somos capaces de actuar de manera firme y coordinada la concentración de CO2 en la atmosfera en 2100 irá en aumento, como consecuencia de todas las emisiones acumuladas durante el siglo XXI.
En el marco de los compromisos adquiridos por los países que en 2015 firmaron los acuerdos de la conferencia de París sobre el Clima COP21 y cuyo objetivo principal es el de mantener el aumento de la temperatura mundial por debajo de 2 °C con respecto a niveles preindustriales y, posteriormente, limitar ese aumento hasta 1,5 °C, la Unión Europea (UE) ha fijado objetivos climáticos para reducir progresivamente las emisiones de GEI en relación con los niveles de 1990, que se recogen en el paquete de medidas sobre clima y energía hasta 2020 y para 2030 con reducciones del 20% y del 40%, respectivamente.
Estos objetivos, que vienen acompañados de otros relativos a la penetración de las energías renovables y a la eficiencia energética, pretenden situar a la UE en la senda de la transformación prevista en la hoja de ruta hacia una economía hipocarbónica en 2050 con reducciones de las emisiones de CO2 del 60% en 2040 y del 80% en 2050.
EMISIONES ESPAÑOLAS DE CO2
En España, la Secretaría de Estado de Medio Ambiente del actual Ministerio para la Transición Ecológica mantiene el inventario nacional de emisiones de GEI a la atmósfera. La última serie publicada en enero de 2019 se corresponde con el período 1990 – 2017.
En 2017 las emisiones de GEI se situaron en 340,2 millones de toneladas de CO2-eq, un 17,9% superiores a las de 1990, siendo el sector con mayor nivel de emisiones el del transporte (26%), seguido de la generación de electricidad (20%), las actividades industriales (19%) y la agricultura (12%). El CO2 contribuyó un 81% a las emisiones totales de GEI, seguido del metano con un 12%. En relación a 2016 las emisiones aumentaron un +4,2%, mientras que el PIB creció el +3,1%.
CONTRIBUCIÓN DEL SECTOR NUCLEAR A LOS OBJETIVOS DE REDUCCIÓN DEL CO2
Hasta la fecha, a nivel mundial, el parque nuclear ha evitado la emisión de 65 Gt (65.000 millones de toneladas) de CO2, que corresponden a más del 40% de las emisiones evitadas por fuentes de energía bajas en carbono, y sigue evitando emisiones a un ritmo de 2 Gt CO2/año.
En el caso de España, el parque nuclear en operación con un 7% de la potencia total instalada, genera anualmente aproximadamente el 21% de la energía eléctrica total, en torno a unos 55.000 GWh (gigavatios-hora), que evitan la emisión de entre 30 y 40 millones de toneladas de CO2 cada año.
En relación con la generación de energía eléctrica, los datos que anualmente publica Red Eléctrica de España evidencian que, desde 2011 hasta 2018, la energía procedente del parque nuclear español ha sido la mayor contribuyente a la estructura de generación anual nacional, representando en media más del 20% del total, tomando el relevo en 2011 del papel que tenían los ciclos combinados desde 2007. Este papel de líder en generación se ve complementado por el que juega la energía nuclear en la estructura de generación libre de emisiones de CO2, habiendo supuesto en 2018 el 34,42% de la electricidad sin emisiones contaminantes generada en España y convirtiéndose nuevamente en la fuente que más ha contribuido a este fin.
Tanto los estudios del IPCC como los procedentes del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) y de otros renombrados centros de investigación sitúan a la energía nuclear como la tecnología, junto a la eólica y la hidráulica, con menores emisiones en su ciclo de vida, entre 5 y 20 gr CO2-eq/kWh debidas fundamentalmente a las etapas de minería y enriquecimiento del uranio.
Además de su naturaleza no emisora de gases de efecto invernadero, la energía nuclear tiene una serie de atributos que la hacen idónea para acompañar el progresivo despliegue de otras tecnologías bajas en emisiones de una forma óptima:
- Es una fuente de energía gestionable, que está operativa 24 horas al día, 365 días al año.
- Contribuye a mantener contenidos los precios de la electricidad.
- Como energía de base, garantiza la estabilidad de la red eléctrica, siendo este un aspecto crucial en la calidad de suministro, imprescindible para el buen funcionamiento de los equipos conectados en los hogares y en la industria.
- La gestión de los residuos generados está técnicamente resuelta y su coste es prácticamente independiente del tiempo de operación.
- La seguridad está garantizada por organismos e instituciones nacionales e internacionales, como el Consejo de Seguridad Nuclear, y por unas plantillas de operación y toda una industria de apoyo que es líder mundial en su especialidad.
CONCLUSIONES
La dimensión del reto que supone sustituir todas las fuentes de emisión de GEI por otras neutras es enorme, hacerlo de forma racional constituye una verdadera oportunidad para mejorar la competitividad del país. Por el contrario, hacerlo de forma inadecuada puede ser una amenaza para esa necesaria competitividad que garantice el bienestar de las próximas generaciones.
La conclusión indiscutible es que la limitación del cambio climático requerirá reducciones sustanciales y sostenidas de las emisiones de CO2 y acciones de eliminación, conversión o secuestro del ya emitido.
La reducción de emisiones requerirá una transformación significativa de todos los sectores de la economía, incluidos los sectores difusos, aquellos que abarcan las actividades no sujetas al comercio de derechos de emisión y actuar en todas las palancas disponibles. Progresar hacia una economía descarbonizada implicará una electrificación masiva en el sector del transporte y un aumento del nivel de electrificación en el sector residencial y en los procesos industriales. Estos vectores apuntan a un previsible incremento sostenido en la demanda de energía eléctrica, si bien las mejoras de eficiencia energética amortiguarán este impacto.
El escenario de transición energética al que se enfrenta España pasa por tanto por un crecimiento significativo de la demanda eléctrica que representará un incremento de la necesidad global de energía, sustentado por un mix de generación en el que el peso de las energías renovables irá creciendo en el tiempo y y que debe asegurar el suministro mediante un sistema que conjugue firmeza y flexibilidad, al tiempo que se minimiza el coste para el propio sistema y para los consumidores.
El parque nuclear disponible puede continuar operando a largo plazo con plenas garantías de seguridad. Su contribución al mix de generación y la capacidad firme que proporciona la energía nuclear ante la variabilidad del suministro de las renovables no gestionables debería ser un elemento fundamental, junto a su carácter de energía no emisora de CO2, para garantizar que esa transición se produzca sin comprometer la garantía de suministro.
Renunciar a esta capacidad por posicionamientos meramente ideológicos o partidistas puede comprometer seriamente el cumplimiento de los objetivos medioambientales marcados para paliar los devastadores efectos que el cambio climático está ya provocando al planeta.