El combustible nuevo llega a la central correspondiente dentro de unos contenedores de transporte que aseguran una atmósfera presurizada e inerte. Debemos destacar que el combustible nuevo nunca ha sido irradiado por lo que las personas pueden estar cerca de el sin tener que adoptar medidas especiales, simplemente con un contador operacional de radiactividad.
El combustible gastado se almacena en el edificio de combustible de las centrales y debe estar refrigerado como mínimo unos cinco años en unas piscinas con agua, para poder ser introducido en un contenedor y transportado a un Almacén Temporal Individualizado (ATI) o Centralizado (ATC).
Cabe la posibilidad de reutilizar el combustible gastado mediante un reprocesamiento y fabricar nuevos elementos combustibles a partir de él.