La radiación máxima para una persona que vive en el entorno de una instalación nuclear es de 1 miliSievert en un año, pero existe una restricción operativa de que no debe sobrepasar 0,1 miliSievert por año. Las centrales están operando sin sobrepasar los 0,01 miliSievert año.
Un trabajador profesionalmente expuesto tiene un límite de 50 miliSievert en un año y un máximo de 100 miliSievert en 5 años. Por ello las instalaciones procuran que la dosis de los trabajadores profesionalmente expuestos no sobrepase la cantidad de 20 miliSievert por año. Con una dosis de 1.000 miliSievert por año se puede producir una enfermedad grave y con 5.000 miliSievert la muerte en un mes.
La radiación media por vivir en nuestro planeta es de 2,4 miliSievert por año y el 90% de las radiaciones ionizantes que recibimos son de origen natural, es decir, provienen de la corteza terrestre, de las radiaciones cósmicas y de algunos de los alimentos que ingerimos. El 10% restante tienen su origen en las aplicaciones de las radiaciones ionizantes creadas por el ser humano, como son los equipos para uso médico o industrial, las centrales nucleares, algunos aparatos doméstico (televisión, monitores de ordenador, etc.).
Las radiaciones debidas a la industria nuclear que los humanos podemos recibir es muy baja y del orden del 0,1% de las que recibimos.