En primer lugar, es importante considerar que toda actividad industrial conlleva riesgos, que se cuantifican sumando el daño causado en cada posible situación multiplicado por la probabilidad de que dicha situación ocurra.
Al tratarse de una energía de origen nuclear, en ocasiones se asimilan a la energía de fusión dos condiciones de su hermana de fisión que son la causa principal de accidentes en las centrales nucleares actuales: el calor residual y el control de la reactividad. La verdad es que ninguna de las dos condiciona la seguridad en una instalación de fusión, por lo que grandes accidentes con impactos graves o a largo plazo fuera de la instalación quedan descartados.
No hay que olvidar, no obstante, que en fusión nuclear se trata con materiales radiactivos como el tritio (T), que suponen un peligro tanto en operación normal (para los trabajadores) como en caso de posibles escapes durante un accidente.